Cultura

Al rescate del premio Nobel de Literatura 1948: Thomas Eliot (1888-1965)

Por él, aún doblan las campanas

Por Dante Rafael Galdona

Twitter: @DanteGaldona

Toda la poesía del siglo 20 se referencia en él, sobre todo aquella escrita en lengua inglesa. Fue el poeta más admirado por sus contemporáneos y como crítico fue sagaz, inteligente y preciso, rescató a poetas casi olvidados como John Donne, de quien se nutrió para componer su estilo. Como si esto fuera poco, fue crítico de la crítica, advirtiendo de sus peligros y estupideces.

El poeta crítico

Hay una opinión sobre Eliot, y es casi unánime: es el poeta más importante en lengua inglesa del siglo 20. La poesía universal le debe a su obra un apartado artístico y otro apartado crítico. En ambos casos Thomas Eliot cosecha admiración, genera análisis, estructura corrientes y funda vertientes.

Si se llega a su obra vía traducción, se debe aceptar una pérdida lógica por los problemas de adaptación de las medidas de sus versos, los impactos sonoros, las cadencias estrictas. Las imágenes, elemento importante en su poesía, se salvan un poco de la tragedia de la migración de los idiomas. Si se llega vía directa, en inglés, su poesía es un mundo nuevo, creado como un collage donde se pegan viejos retazos de antiguos poetas con colores de técnicas modernas e, incluso, métodos creados por él. Poesías de acá y de allá, de otros tiempos y lugares, formando una nueva poesía, única e irrepetible.

Nació en Estados Unidos pero a los 25 años se trasladó a Londres, donde obtuvo la nacionalidad británica. Este salto entre países de habla inglesa le permitió adquirir un fino conocimiento de su idioma.

Su vida académica la realizó en Estados Unidos.

Algunos problemas de salud en su infancia le impidieron llevar la vida ágil de cualquier chico y tuvo que conformarse con vivir las aventuras a través de la literatura, sobre todo las de “Tom Sawyer”, de Mark Twain, pero era un lector de todo lo que llegara a sus manos. Esas primeras incursiones marcaron al futuro poeta y al poeta crítico en el que decantó.

Gran poeta, gran lector

Tempranamente tomó el camino natural que lleva de la obsesión por la lectura a la necesidad de la expresión propia, el impulso por contar el propio mundo interior. Todo escritor es el brote, más o menos fuerte, más o menos bello, de la semilla de un lector apasionado. Un lector apasionado puede mantenerse así toda su vida pues su semilla de escritor puede no germinar, pero todo escritor importante es, ante todo y privativamente, un mejor lector.

Eliot es ejemplo. Y como supo ser un gran lector, también supo criticar literatura. Y como supo criticar literatura, también supo criticar a los críticos, esa raza especial. Advirtió de los problemas que se presentan ante el poder de la crítica y de la necesidad de rectitud que debe tener un crítico, porque explicar un texto no siempre se corresponde con comprenderlo, y una comprensión errónea o parcial puede llevar a la obra criticada por caminos que su autor no ofreció, no buscó, e incluso por los que quiso evitar.

Advirtió que la función de un crítico debiera ser la de poner al lector frente al disfrute de un libro, limpiándolo de prejuicios. En la poesía estos requisitos se hacen tanto más necesarios por su virtud intrínsecamente subjetiva.

En la moderna concepción de la crítica, Eliot comienza admitiendo esa premisa, quizá Goethe se le haya escapado por cierto prejuicio religioso y no por cuestiones artísticas, pero Eliot lo reconoce y lo asume, con absoluta sinceridad.

El poeta, a secas

En sus obras propiamente poéticas, Eliot muestra influencias tan disímiles como Dante, John Donne, los dramaturgos isabelinos y los simbolistas franceses.

Aparecen en danza nombres como Ezra Pound para acompañarlo en su tránsito hacia la poesía del siglo 20, porque Thomas Eliot fue claramente un poeta del siglo 20, a pesar de que sus influencias recalaran en tiempos anteriores.

Se sabe que Eliot supo reunir sus mejores elementos. De John Donne (poeta al que por otra parte remite Hemingway en su célebre “Por quién doblan las campanas”) y la corriente metafísica rescata la capacidad de transformar ideas en sensaciones y llevarlas a imágenes, transferir un estado de la mente en una imagen con color y visión propia y objetiva, ya desprendida del poeta. Tras esta idea, naturalmente aparecen los simbolistas franceses, como Laforgue, Boudelaire, Verlaine y Corbière, a quien Eliot le profesa una admiración profunda y reconoce su gran influencia en sus poemas.

La cercanía que Eliot encuentra en simbolistas y metafísicos se encarna en el propio método teórico de Eliot: el equivalente correlativo. Una técnica que permite al poeta mostrar una sucesión de imágenes que expresen ideas objetivas, convirtiéndose en símbolo universal, bajo la premisa de que el lector debe poner su parte para lograr la comprensión del sentir o la emoción subjetiva expresada mediante símbolos que evoquen una situación universal.

Ese nuevo símbolo que es la imagen suscitada en el lector es también una expresión general de una emoción trasladada al objeto imagen. Así, escapa del romanticismo, para el que la emoción subjetiva del poeta es la diva, la dama que se debe cuidar y preservar, incluso del propio lector, porque sin ella no hay poesía, no hay romanticismo. En el romanticismo el lector es un elemento pasivo puesto que recibe el don del poeta, en Eliot el lector es al mismo tiempo constructor social de la nueva semántica que el poema ofrece.

Como Donne, quien al contrario del idealizado amor romántico expone una imagen de amor terrenal, suscitado como la vivificación de una experiencia concreta, Eliot acude al equivalente correlativo con la misma propuesta, esto es, universalizar una experiencia vivida a través de imágenes que la representen para generar esas emociones en el lector.

También tuvo Eliot un impulso religioso, es que se convirtió al anglicanismo y desde entonces sus poemas abundaron en referencias sacras. Un sentido pesimista, nihilista, también se mezcló en sus poemas.

Thomas Eliot es cabal expresión de la renovación de la poesía en lengua inglesa de alcance universal e impulsor de las nuevas corrientes de la crítica. Fue quien rescató a poetas olvidados y también quien leyó con diferentes ojos a muchos otros.

El mundo de la poesía le debe a Eliot los alcances de su obra poética, pero mucho más le debe los alcances de su refinada lectura crítica de tantos otros poetas que quizá hubieran sido olvidados de no ser por él.

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